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domingo, 3 de noviembre de 2013

70-02.- GRUPO ALBERCA. TEATRO ALTERNATIVO.-

    Corría el curso 1973-74 cuando coincidieron en el Instituto San Juan de la Cruz  para cursar Bachiller Superior alumnos de los colegios religiosos Los Salesianos y la SAFA. En los dos centros imperaba el espíritu postconciliar y se impulsaban actividades como la música o el teatro que sobre todo en la SAFA donde los alumnos de Magisterio representaban obras en su magnífico salón de actos.

   Cuando estos muchachos se fueron conociendo y conectando en comunes inquietudes pensaron que estaría bien representar “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, una obra que contaba a partes iguales con crítica social y surrealismo naif. Fueron dirigidos por un profesor de literatura del Instituto Antonio Bueno. La adaptación del pequeño cuento a lenguaje teatral corrió a cargo de Antonio Muñoz Molina. De la parte técnica de iluminación y sonido se encargó José Luís Cañas, profesor de electrónica de la SAFA, y el resto de personal lo formaban: Antonio Sierra, Mariano Moreno, Juan José Pineda, Jerónimo Sánchez, Francisco Javier Rollán “Kiko”, María Blanca Rollán, Juan Martínez, Rosa Molina, Julio Barthe, Cristóbal Medina, Asunción Torres, Vicente Miguel Ruiz, Alejandro Lara, Miguel Berlanga, y Antonio Vico. Por supuesto que no todos aparecieron como actores en la obra; pero todos se implicaron en su realización; decorados, vestuario, cartelería etc. Como necesitaban que un niño hiciera de principito, encontraron a un pequeño genio de 8 años llamado Paco Berlanga, primo de Miguel Berlanga.



  Para poder actuar en público se tuvieron que inscribir como grupo amateur de teatro en el registro del Ministerio de Información y Turismo por lo que necesitaban un nombre. Encontraron el nombre en una corrala de gitanos que había en el barrio bajo de de Úbeda llamada “La casa de la alberca” donde sus inquilinos vivían en unas condiciones lamentables. Llamarse “Grupo Alberca” era una reivindicación contra la marginación y una autoafirmación andaluza y popular, al utilizar una palabra de clara raíz árabe relacionada con la actividad hortícola.

Su base la establecieron en el sótano de la gran casa en la calle Nueva de los hermanos Rollán, Kiko y Mari Blanca. Allí se preparaban las obras, guardaban los vestuarios y materiales, aparte de reunirse para todo tipo de actividades, por ejemplo, Kiko Rollán cantaba acompañándose con la guitarra canción sudamericana.  Posteriormente los ensayos se realizaban en un salón de actos antiguo en la parte baja de la SAFA.

   Por aquellos años el teatro estaba dominado por las obras comerciales e intrascendentes de autores como Alfonso Paso y los consabidos clásicos como “El Tenorio” en el día de los difuntos. Como reacción, los jóvenes “progres” optaron por obras de crítica social y nuevos lenguajes que incluían el mimo, la música y todo tipo de experimentaciones. También cambiaron la organización económica, en lugar de que un empresario contratara a toda la compañía, el nuevo concepto era el “grupo de teatro” donde todos los miembros eran una cooperativa autogestionaria, aunque contara con un director. Así surgieron grupos por toda España como los barceloneses Els Juglars y Els comediants; los madrileños Tábano y los sevillanos La Cuadra. Grupos que aparecieron a finales de los 60 y principios de los 70, de los cuales nuestros muchachos tenían referencias, también tenían su espíritu comunal, aunque ninguna pretensión económica.

  Después del debut de “El principito” en el salón de actos de la SAFA, actuaron en el salón de actos del Colegio de Peritos de Jaén y en el Instituto de Úbeda.

   Para el curso 74-75 Montaron la obra “El retablo de el flautista” del catalán Jordi Teixidór, dirigida por los miembros del grupo asesorados por Antonio Bueno. Esta obra  está basada en el cuento infantil “El flautista de Hamelin” donde los habitantes de Pimburgo sufren la consabida invasión de ratas, pero que solo atacan a los más desfavorecidos y el autor aprovecha para instruir a los ciudadanos a rebelarse ante situaciones injustas. En esta obra si pueden participar todos, pues tiene gran riqueza de personajes. También la estrenaron en la SAFA y la llevaron a la Casa de la Cultura de Jodar.

    El dinamismo de la obra hizo que se adaptara bien a teatro de calle, tipo “Els Comediant” así que improvisaron un pasacalles con las escenas de “El retablo” en la vecina aldea de El Mármol, donde los actores se divirtieron mucho y entusiasmaron a un público rural que nunca había tenido la oportunidad de ver un espectáculo teatral.

   Como ya tenían un prestigio a nivel provincial organizaron la “Semana Teatral de  Úbeda” en el salón de actos del Instituto, a la cual invitaron a grupos de otras localidades de la provincia y a grupos ocasionales que se iban formando en la ciudad, algunos con la participación de miembros de Alberca, por ejemplo, Antonio Sierra tenía que actuar en otra obra del Instituto también dirigida por Antonio Bueno.

   Alberca iba a representar su dos espectáculos empezaban la Semana con “El principito” y cerraban con “El retablo”. Cuando la primera representación estaba preparada con los actores vestidos y el público en la sala, se presentaron tres policías secretas suspendiendo el acto y toda la Semana. Los miembros del grupo demostraron su enfado marcando con rotulador en todos los carteles de la Semana la inscripción “Suspendido por los de siempre”.

   Entre las inquietudes de la época se encontraban los temas de la psiquiatría y la psicología. Y el grupo, permeable a todas las tendencias ambientales, organizó para todos sus miembros unos llamados “Maratones Psicológicos”, una terapia de grupo  coordinada por el Doctor Carlos Castilla del Pino, un neurólogo y psiquiatra muy prestigioso de filiación comunista, como algunos de los miembros del grupo. El maratón de casi tres días de duración supuso la aparición de todos los fantasmas, envidias, piques, conspiraciones y traiciones que todo grupo guarda en su interior. Por lo que quedó algo de mal rollo entre algunos de sus miembros.

    Aparte de la dispersión por servicio militar, estudios en la universidad y trabajos que hizo que algunos se marcharan de Úbeda. Los que se quedaron no lograron mantener el entusiasmo y el grupo se disolvió con solo el bagaje de dos obras realizadas.

  
Escrito por: Cecilio Aguilera Nieto.